Algunos científicos reconocen que la mente subconsciente tiene la memoria de todo lo que ha acontecido. Cuando estudian las antiguas ruinas o fósiles, mediante su percepción imaginativa, su mente subconsciente les ayuda a reconstruir las antiguas escenas. El pasado ya muerto revive y muchas veces se hace sensible.


Mirando los antiguos templos y estudiando las cerámicas, estatuas, herramientas y utensilios domésticos de estas épocas tan antiguas, los científicos nos cuentan de una era en la cual no había lenguaje; la comunicación se hacia por señas, gruñidos o gritos.


La profunda concentración e imaginación disciplinada de los científicos despiertan los poderes latentes de su mente subconsciente capacitándolos para revestir los antiguos templos con techos, y rodear­los de jardines, piscinas y fuentes. Los restos fósiles son revestidos de músculos, ojos, caminan y hablan de nuevo. El pasado se convierte en un presente vivido y hallamos que para la mente no hay tiempo ni es­pacio. La imaginación entrenada, controlada y dirigida puede ser la compañera de los pensadores más científicos e inspirados de todos los tiempos